Sala Stampa

www.vatican.va

Sala Stampa Back Top Print Pdf
Sala Stampa


Viaggio Apostolico di Sua Santità Francesco in Portogallo in occasione della XXXVII Giornata Mondiale della Gioventù (2 – 6 agosto 2023) – Veglia con i Giovani presso il Parque Tejo, 05.08.2023


Incontro privato con i Membri della Compagnia di Gesù presso il Colégio de S. João de Brito

Veglia con i Giovani presso il Parque Tejo

Incontro privato con i Membri della Compagnia di Gesù presso il Colégio de S. João de Brito

Nel pomeriggio, il Santo Padre Francesco ha lasciato la Nunziatura Apostolica e si è trasferito in auto al Colégio de S. João de Brito dove ha incontrato in forma privata i membri della Compagnia di Gesù presenti in Portogallo. Quindi è rientrato in auto alla Nunziatura Apostolica dove ha cenato in privato. Il Papa si è trasferito poi in auto al Parque Tejo per la Veglia con i Giovani.

Veglia con i Giovani presso il Parque Tejo

Discorso del Santo Padre

Traduzione in lingua portoghese

Traduzione in lingua italiana

Traduzione in lingua francese

Traduzione in lingua inglese

Traduzione in lingua tedesca

Traduzione in lingua polacca

Traduzione in lingua araba

Questa sera, alle ore 20.15 (21.15 ora di Roma), il Santo Padre Francesco è arrivato al Parque Tejo per la Veglia con i Giovani. Dopo alcuni giri in papamobile tra i giovani, alle ore 20.45 (21.45 ora di Roma) ha avuto inizio la Veglia. Dopo l’esecuzione di un canto e un momento di preghiera attraverso l’arte in tre momenti, l’Incontro, l’Alzarsi e il Partire, il Papa ha pronunciato il Suo discorso.

Al termine, dopo l’Esposizione della Santissima Eucaristia, alcuni canti e la Benedizione finale con il Santissimo Sacramento, il Santo Padre è rientrato in auto alla Nunziatura Apostolica di Lisbona. Secondo le autorità locali erano presenti al Parque Tejo per la Veglia circa un milione e 500.000 persone.

Pubblichiamo di seguito il discorso che Papa Francesco ha pronunciato nel corso della Veglia con i Giovani:

Discorso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas: Boa noite!

Me da mucha alegría verlos. ¡Gracias por haber viajado, por haber caminado, gracias por estar aquí! Y pienso que también la Virgen María tuvo que viajar para ver a Isabel: «partió y fue sin demora» (Lc 1,39). Uno se pregunta: ¿por qué María se levanta y va deprisa a ver a su prima? Claro, acaba de enterarse de que la prima está embarazada, pero ella también lo está. ¿Por qué entonces va a ir si nadie se lo pidió? María realiza un gesto no pedido, no obligatorio, María va porque ama, y «el que ama, vuela, corre y se alegra» (Imitación de Cristo, III, 5). Eso es lo que nos hace el amor.

La alegría de María es doble: ella acaba de recibir el anuncio del ángel que iba a recibir al Redentor y también la noticia de que su prima está embarazada. Entonces, es curioso: en vez de pensar en ella, piensa en la otra. ¿Por qué? Porque la alegría es misionera, la alegría no es para uno, es para llevar algo. Yo les pregunto a ustedes: ustedes, que están aquí, que han venido a encontrarse, a buscar el mensaje de Cristo, a buscar un sentido lindo a la vida, ¿esto se lo van a quedar para ustedes o lo van a llevar a los otros? ¿Qué opinan? ¡Es para llevarlo a los otros porque la alegría es misionera! Repitamos todos juntos: ¡la alegría es misionera! Y entonces yo tengo que llevar esa alegría a los demás.

Pero esa alegría que nosotros tenemos, también otros nos prepararon para recibirla. Ahora miremos para atrás, todo lo que hemos recibido, lo que hemos recibido y han preparado, todo eso, ha preparado nuestro corazón para la alegría. Todos, si miramos hacia atrás, tenemos personas que fueron un rayo de luz para la vida: padres, abuelos, amigos, sacerdotes, religiosos, catequistas, animadores, maestros. Ellos son como las raíces de nuestra alegría. Ahora hacemos un segundo de silencio y cada uno piensa en aquellos que nos dieron algo en la vida, que son como las raíces de la alegría.

[Momento de silencio]

¿Encontraron? ¿Encontraron rostros, encontraron historias? Esa alegría que vino por esas raíces es la que nosotros tenemos que dar, porque nosotros tenemos raíces de alegría. Y también nosotros podemos ser, para los demás, raíces de alegría. No se trata de llevar una alegría pasajera, una alegría de momento. Se trata de llevar una alegría que cree raíces. Y me pregunto: ¿cómo podemos convertirnos en raíces de alegría?

La alegría no está en la biblioteca, encerrada, aunque hay que estudiar, pero está en otro lado. No está guardada bajo llave, la alegría hay que buscarla, hay que descubrirla. Hay que descubrirla en nuestro diálogo con los demás, donde tenemos que dar esas raíces de alegría que nosotros hemos recibido. Y eso, a veces, cansa. Yo les hago una pregunta: ¿ustedes se cansaron alguna vez? Piensen lo que sucede cuando uno está cansado: no tiene ganas de hacer nada, como decimos en español, uno tira la esponja porque no tiene ganas de seguir y entonces uno se abandona, deja de caminar y cae. ¿Ustedes creen que una persona que cae en la vida, que tiene un fracaso, que incluso comete errores pesados, fuertes, ya está terminada? No. ¿Qué es lo que hay que hacer? Levantarse. Y hay una cosa muy linda que quisiera que hoy se la llevaran como recuerdo: los alpinos, que les gusta subir montañas, tienen un cantito muy lindo que dice así: “En el arte de ascender —la montaña—, lo que importa no es no caer, sino no permanecer caído”. ¡Cosa linda!

El que permanece caído se “jubiló” de la vida ya, cerró, cerró la esperanza, clausuró la ilusión y ahí queda caído. Y cuando vemos alguno —amigos nuestros que están caídos—, ¿qué tenemos que hacer? Levantarlo. Fíjense cuando uno tiene que levantar o ayudar a levantar a una persona qué gesto hace: lo mira de arriba hacia abajo. La única oportunidad, el único momento que es lícito mirar a una persona de arriba abajo es para ayudar a levantarse. ¡Cuántas veces vemos gente que nos mira así, por sobre el hombro, de arriba para abajo! Es triste. La única manera en que es lícito, la única situación en que es lícito mirar a una persona de arriba para abajo es —lo digan ustedes— para ayudar a levantarse.

Bueno, esto es un poco el camino, la constancia en caminar. Y en la vida, para lograr las cosas hay que entrenarse en el camino. A veces no tenemos ganas de caminar, no tenemos ganas de hacer esfuerzos, nos copiamos en los exámenes porque no queremos estudiar y no llegamos al éxito. No sé si a algunos les gusta el fútbol. A mí me gusta. Detrás de un gol, ¿qué hay? Mucho entrenamiento. Detrás de un éxito, ¿qué hay? Mucho entrenamiento. Y en la vida, no siempre uno puede hacer lo que quiere, sino aquello que la vocación que tengo dentro —cada uno tiene su vocación— nos lleva a hacer. Caminar; si me caigo, levantarme o que me ayuden a levantarme; no permanecer caído; y entrenarme, entrenarme en el camino. Y todo esto es posible, no porque hagamos cursos sobre el camino —no hay ningún curso para enseñarnos a caminar en la vida—. Eso se aprende, se aprende de los padres, se aprende de los abuelos, se aprende de los amigos, llevándose de la mano mutuamente. En la vida se aprende, y eso es entrenamiento en el camino.

Yo los dejo con esta idea nomás: caminar y, si uno se cae, levantarse; caminar con una meta; entrenarse todos los días en la vida. En la vida, nada es gratis. Todo se paga. Sólo hay una cosa gratis: el amor de Jesús. Entonces, con esto gratis que tenemos —el amor de Jesús— y con las ganas de caminar, caminemos en esperanza, miremos nuestras raíces y vayamos adelante, sin miedo. No tengan miedo. ¡Gracias! ¡Chau!

[01193-ES.02] [Texto original: Español]

Traduzione in lingua portoghese

Queridos irmãos e irmãs, boa noite!

Dá-me tanta alegria ver-vos! Obrigado por terdes viajado, por terdes caminhado e obrigado por estardes aqui! Estou a pensar que também a Virgem Maria teve de viajar para ver Isabel: «Levantou-Se e partiu apressadamente» (Lc 1, 39). Poderíamos perguntar-nos: Mas porque é que Maria Se levanta e vai apressadamente ter com a prima? Certamente porque acaba de saber que a prima está grávida; mas também Ela está. Então por que foi, se ninguém Lho pedira? Maria realiza um gesto não solicitado e sem ser obrigada; Maria vai porque ama e «quem ama voa, corre feliz» (A Imitação de Cristo, III, 5). Isto é o que o amor nos faz.

A alegria de Maria é dupla: acabara de receber o anúncio do anjo de que acolheria n’Ela o Redentor e também a notícia de que a prima estava grávida. Interessante! Em vez de pensar em Si mesma, pensa na outra. Porquê? Porque a alegria é missionária, a alegria não é para ficar numa pessoa, mas para levar alguma coisa. Pergunto: vós, que estais aqui, que viestes para vos encontrar, para encontrar a mensagem de Cristo, encontrar o sentido bom na vida… Isto, ides guardá-lo para vós ou levá-lo-eis aos outros? Que pensais fazer? Não ouço! (...) É para o levar aos outros, porque a alegria é missionária. Repitamos isto todos juntos: «a alegria é missionária». Concluindo, eu levo esta alegria aos outros.

Mas esta alegria que temos, houve outros que nos prepararam para a receber. Agora olhemos em retrospetiva tudo o que recebemos; tudo isso predispôs o nosso coração para a alegria. Todos nós, se olharmos para trás, veremos pessoas que foram um raio de luz na nossa vida: pais, avós, amigos, sacerdotes, religiosos, catequistas, animadores, professores… São como que as raízes da nossa alegria. Façamos agora um momento de silêncio, e cada qual pense nas pessoas que nos deram algo na vida, naqueles que são como que as raízes da alegria.

[momento de silêncio]

Encontrastes alguém? Encontrastes rostos, histórias? A alegria que nos veio de tais raízes é a que devemos dar, porque nós temos raízes de alegria e, simultaneamente, podemos ser raízes de alegria para os outros. Não se trata de levar uma alegria passageira, uma alegria momentânea, mas uma alegria que cria raízes. Uma pergunta: como podemos tornar-nos raízes de alegria?

A alegria não está fechada na biblioteca – embora seja necessário estudar –, encontra-se noutra parte. Não está guardada à chave. A alegria, é preciso procurá-la, é preciso descobri-la. É preciso descobri-la no diálogo com os outros, onde devemos dar as raízes de alegria que recebemos. Por vezes, isto cansa. Faço-vos uma pergunta: às vezes cansais-vos? Pensai no que acontece, quando uma pessoa está cansada: não tem vontade de fazer nada e, como se costuma dizer, atira-se por terra. Não tem vontade de continuar; então desiste, deixa de caminhar e cai. Pensai numa pessoa que caia na vida, tenha um fracasso, cometa erros mesmo graves, sérios: achais que a sua vida acabou? Não! O que é preciso fazer? Levantar-se! Como recordação, quero deixar-vos o caso dos alpinistas, que gostam de escalar as montanhas; eles têm uma canção linda, onde se diz: «Na arte de subir a montanha, o que conta não é não cair, mas não ficar caído». Está certo!

Quem fica caído, a sua vida já «passou à reforma», está encerrada! Fechou-se à esperança, fechou-se aos anseios, fica por terra. E quando virmos alguém, um amigo nosso, que caiu, que devemos fazer? Levantá-lo. Reparai, quando alguém tem de levantar ou ajudar uma pessoa a levantar-se, que gesto faz? Olha-a de cima para baixo. Trata-se da única ocasião, do único momento em que é lícito olhar uma pessoa de cima para baixo: quando queremos ajudá-la a levantar-se. Quantas vezes vemos pessoas que nos olham sobranceiras, por cima do ombro, de cima para baixo! É triste. O único modo, a única situação em que é lícito olhar de cima para baixo uma pessoa é (dizei-o vós... forte!) para a ajudar a levantar-se.

Pois bem! O segredo do caminho está um pouco nisto: na constância em caminhar. Na vida, para se conseguir algo, é preciso treinar a caminhar. Às vezes não temos vontade de caminhar, não temos vontade de nos esforçar; copiamos os exames, porque não temos vontade de estudar e não chegamos ao resultado desejado. Não sei se algum de vós gosta de futebol… Eu gosto. Por trás dum golo, que temos? Muito treino. Por trás dum resultado, que há? Muito treino. E, na vida, nem sempre se pode fazer o que apetece, mas aquilo que nos leva a realizar a vocação que temos dentro de nós… Cada um tem a sua vocação. É preciso caminhar. E, se cair, levanto-me ou haja alguém que ajude a pôr-me de pé. Não ficar caído; e treinar-me, treinar-me a caminhar. E tudo isto é possível, não porque fizemos um curso sobre o caminhar; não há cursos que nos ensinem a caminhar na vida! Isto aprendemo-lo dos pais, aprendemo-lo dos avós, aprendemo-lo dos amigos, ajudando-se mutuamente. Na vida, aprende-se, e isto é treino para caminhar.

Deixo-vos estas ideias. É preciso caminhar e, no caso de cair, levantar-se; caminhar com uma meta; treinar-se todos os dias na vida. Na vida, nada é de graça; tudo se paga. Só uma coisa é gratuita: o amor de Jesus! Assim, com este dom gratuito que temos – o amor de Jesus – e com a vontade de caminhar, caminhemos na esperança, olhemos para as nossas raízes e continuemos para diante, sem medo. Não tenhais medo. Obrigado! Adeus.

[01193-PO.02] [Texto original: Espanhol]

Traduzione in lingua italiana

Cari fratelli e sorelle, buonasera!

Mi dà tanta gioia vedervi! Grazie per aver viaggiato, per aver camminato, e grazie di essere qui! E penso che anche la Vergine Maria ha dovuto viaggiare per vedere Elisabetta «Si alzò e andò in fretta» (Lc 1,39. Viene da chiedersi: perché Maria si alza e va in fretta dalla cugina? Certo, ha appena saputo che la cugina è incinta, ma anche lei lo è: perché allora andare se nessuno gliel’aveva chiesto? Maria compie un gesto non richiesto e non dovuto; Maria va perché ama e «chi ama vola, corre lietamente» (L’imitazione di Cristo, III,5). Questo è quello che ci fa l’amore.

La gioia di Maria è duplice: aveva appena ricevuto l’annuncio dell’angelo, che avrebbe accolto il Redentore, e anche la notizia che la cugina era incinta. Allora, è interessante: invece di pensare a sé stessa, pensa all’altra. Perché? Perché la gioia è missionaria, la gioia non è per uno, è per portare qualcosa. Vi domando: voi, che siete qui, che siete venuti a incontrarvi, a trovare il messaggio di Cristo, a trovare un senso bello della vita, questo, lo terrete per voi o lo porterete agli altri? Cosa pensate? Non sento… È per portarlo agli altri, perché la gioia è missionaria! Ripetiamolo tutti insieme: la gioia è missionaria! E così io porto questa gioia agli altri.

Ma questa gioia che abbiamo, altri ci hanno preparato a riceverla. Adesso guardiamo indietro, a tutto quello che abbiamo ricevuto: tutto questo ha predisposto il nostro cuore alla gioia. Tutti, se guardiamo indietro, abbiamo persone che sono state un raggio di luce per la nostra vita: genitori, nonni, amici, sacerdoti, religiosi, catechisti, animatori, maestri… Loro sono come le radici della nostra gioia. Ora facciamo un attimo di silenzio, e ciascuno pensa a coloro che ci hanno dato qualcosa nella vita, che sono come le radici della gioia.

[momento di silenzio]

Avete trovato? Avete trovato dei volti, delle storie? La gioia che è venuta attraverso quelle radici è quella che noi dobbiamo dare, perché noi abbiamo radici di gioia. E allo stesso modo noi possiamo essere radici di gioia per gli altri. Non si tratta di portare una gioia passeggera, una gioia del momento; si tratta di portare una gioia che crea radici. E mi domando: come possiamo diventare radici di gioia?

La gioia non sta nella biblioteca, chiusa – anche se è necessario studiare! – ma sta da un’altra parte. Non è custodita sotto chiave. La gioia bisogna cercarla, bisogna scoprirla. Bisogna scoprirla nel dialogo con gli altri, dove dobbiamo dare queste radici di gioia che abbiamo ricevuto. E questo, a volte, stanca. Vi faccio una domanda: voi vi stancate a volte? Pensate a cosa accade quando uno è stanco: non ha voglia di far niente, come diciamo in spagnolo uno getta la spugna perché non ha voglia di andare avanti e allora uno si arrende, smette di camminare e cade. Voi credete che una persona che cade, nella vita, che ha un fallimento, che anche commette errori gravi, forti, che la sua vita sia finita? No! Che cosa bisogna fare? Alzarsi! E c’è una cosa molto bella che oggi vorrei lasciarvi come ricordo. Gli alpini, ai quali piace scalare le montagne, hanno un canto molto bello che dice così: “Nell’arte di salire – sulla montagna –, quello che conta non è non cadere, ma non rimanere caduto”. È bello!

Chi rimane caduto è già “andato in pensione” dalla vita, ha chiuso, ha chiuso alla speranza, ha chiuso ai desideri e rimane a terra. E quando vediamo qualcuno, un nostro amico che è caduto, cosa dobbiamo fare? Sollevarlo. Fate caso a quando uno deve sollevare o devi aiutare una persona a sollevarsi, che gesto fa? Lo guarda dall’alto in basso. L’unica occasione, l’unico momento in cui è lecito guardare una persona dall’alto in basso, ed è per aiutarla a rialzarsi. Quante volte, quante volte vediamo persone che ci guardano così, sopra le spalle, dall’alto in basso! È triste. L’unico modo, l’unica situazione in cui è lecito guardare una persona dall’alto in basso è… ditelo voi…, forte: per aiutarla ad alzarsi.

Bene, questo un po’ è il cammino, la costanza nel camminare. E nella vita, per ottenere le cose bisogna allenarsi a camminare. A volte non abbiamo voglia di camminare, non abbiamo voglia di fare fatica, copiamo agli esami perché non abbiamo voglia di studiare e non arriviamo al risultato. Non so se a qualcuno di voi piace il calcio…, a me piace. Dietro a un gol, cosa c’è? Tanto allenamento. Dietro un risultato, cosa c’è? Tanto allenamento. E nella vita, non sempre uno può fare quello che vuole, ma quello che ci porta a fare la vocazione che abbiamo dentro – ognuno ha la propria vocazione. Camminare. E se cado, mi rialzo o qualcuno mi aiuterà a rialzarmi; non rimanere caduto; e allenarmi, allenarmi a camminare. E tutto questo è possibile, non perché seguiamo un corso sul camminare – non esistono corsi che ci insegnano a camminare nella vita –: questo si impara, si impara dai genitori, si impara dai nonni, si impara dagli amici, dandosi una mano a vicenda. Nella vita si impara, e questo è allenamento per camminare.

Vi lascio questi spunti. Camminare e, se si cade, rialzarsi; camminare con una meta; allenarsi tutti i giorni nella vita. Nella vita, nulla è gratis, tutto si paga. Solo una cosa è gratis: l’amore di Gesù! Quindi, con questo gratis che abbiamo – l’amore di Gesù – e con la voglia di camminare, camminiamo nella speranza, guardiamo alle nostre radici e andiamo avanti, senza paura. Non abbiate paura. Grazie! Ciao!

[01193-IT.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua francese

Chers frères et sœurs, bonsoir!

Vous voir me donne beaucoup de joie ! Merci d'avoir voyagé, d’avoir marché et merci d'être là! Je pense aussi que la Vierge Marie a dû voyager pour voir Élisabeth: «Elle se leva et partit en hâte» (Lc 1, 39). On peut se demander : pourquoi Marie se lève-t-elle et se rend-elle en hâte chez sa cousine? Certes, elle vient d'apprendre que la cousine est enceinte, mais elle l’est également : pourquoi donc y aller si personne ne le lui a demandé? Marie accomplit un geste qui ne lui est pas demandé et qu’elle ne doit en rien. Marie y va parce qu'elle aime, et que «celui qui aime court, vole, il est dans la joie» (L'Imitation de Jésus-Christ, III, 5). Voilà ce que fait l’amour.

La joie de Marie est double : elle vient de recevoir l'annonce de l'ange qu'elle va accueillir le Rédempteur, et aussi la nouvelle que sa cousine est enceinte. Alors, c'est intéressant : au lieu de penser à elle-même, elle pense à l'autre. Pourquoi ? Parce que la joie est missionnaire, la joie n'est pas pour un seul, elle est pour apporter quelque chose. Je vous demande : vous, qui êtes ici, qui êtes venus pour vous rencontrer, pour trouver le message du Christ, pour trouver un beau sens à votre vie, allez-vous garder cela pour vous ou allez-vous le porter aux autres ? Qu'en pensez-vous ? Je n’entends pas... C'est pour le porter aux autres, parce que la joie est missionnaire ! Répétons-le tous ensemble : la joie est missionnaire ! C'est pourquoi je porte cette joie aux autres.

Mais cette joie que nous avons, d'autres nous ont préparés à la recevoir. Regardons maintenant en arrière, tout ce que nous avons reçu : tout cela a préparé notre cœur à la joie. Tous, si nous regardons en arrière, nous avons des personnes qui ont été un rayon de lumière dans notre vie : parents, grands-parents, amis, prêtres, religieux, catéchistes, animateurs, professeurs... Ils sont comme les racines de notre joie. Faisons maintenant un moment de silence et que chacun pense à ceux qui nous ont donné quelque chose dans la vie, qui sont comme les racines de notre joie.

[Moment de silence]

Vous avez trouvé ? Vous avez trouvé des visages, des histoires? La joie qui est venue à travers ces racines, et celle que nous, nous devons donner parce que nous avons des racines de joie. Et, de la même manière, nous pouvons être des racines de joie pour les autres. Il ne s'agit pas d'apporter une joie passagère, la joie du moment ; il s'agit d'apporter une joie qui crée des racines. Et je me demande : comment pouvons-nous devenir des racines de joie?

La joie ne se trouve pas dans une bibliothèque, fermée – même s’il est nécessaire d'étudier ! - mais elle se trouve ailleurs. Elle n'est pas gardée sous clé. La joie, il faut la rechercher, il faut la découvrir. Il faut la découvrir dans le dialogue avec les autres, où nous devons donner ces racines de joie que nous avons reçues. Et cela, parfois, fatigue. Je vous pose une question : vous arrive-t-il d'être fatigués ? Pensez à ce qui se passe quand on est fatigué : on n'a plus envie de rien, comme on dit en espagnol, on jette l'éponge parce qu'on n'a pas envie de continuer, et alors on abandonne, on s'arrête de marcher et on tombe. Croyez-vous qu'une personne qui tombe dans la vie, qui a un échec, qui commet même des erreurs graves, fortes, croyez-que sa vie soit finie ? Non ! Que faut-il faire? Se lever ! Et il y a quelque chose de très beau que je voudrais vous laisser aujourd'hui en souvenir. Les chasseurs alpins, qui aiment escalader les montagnes, ont une très belle chanson qui dit : “Dans l'art de l'escalade - sur la montagne - ce qui compte, ce n'est pas de ne pas tomber, mais de ne pas rester tombé”. C'est très beau !

Celui qui reste tombé est déjà “parti à la retraite”, il s'est fermé, il s'est fermé à l’espérance, il s'est fermé aux désirs, et il reste à terre. Et quand nous voyons quelqu'un, un ami qui est tombé, que devons-nous faire ? Le relever. Avez-vous remarqué que lorsque quelqu’un doit soulager ou aider une personne à se relever, le geste qu’elle fait ? Il la regarde de haut. Le seul moment, le seul moment où il est permis de regarder une personne de haut, c'est pour l'aider à se relever. Combien de fois, combien de fois voyons-nous des gens qui nous regardent comme ça, par-dessus l’épaule, de haut ! C'est triste. La seule façon, la seule situation dans laquelle il est permis de regarder une personne de haut est... dites-le vous..., fort : pour l'aider à se relever.

Cela c’est un peu la marche, la constance dans la marche. Et dans la vie, pour réaliser des choses, il faut s'entraîner à marcher. Parfois on n'a pas envie de marcher, on n'a pas envie de se donner de la peine, on triche aux examens parce qu'on n'a pas envie d'étudier et on n'obtient pas le résultat. Je ne sais pas si certains d'entre vous aiment le football... Moi, j'aime. Derrière un but, qu'est-ce qu'il y a ? Beaucoup d'entraînement. Derrière un résultat, qu'est-ce qu'il y a ? Beaucoup d'entraînement. Et, dans la vie, on ne peut pas toujours faire ce que l'on veut, mais ce qui nous conduit à accomplir la vocation que nous avons en nous - chacun a sa propre vocation. Marcher. Et si je tombe, je me relève ou quelqu'un m'aide à me relever ; ne pas rester à terre ; et m'entraîner, m'entraîner à marcher. Et tout cela est possible, non pas parce que nous suivons un cours sur la manière de marcher - il n'y a pas de cours qui nous apprenne à marcher dans la vie - : cela s'apprend. Cela s’apprend des parents, cela s’apprend des grands-parents, cela s’apprend des amis, en s’aidant mutuellement. Dans la vie, on apprend, et c'est un entraînement à la marche.

Je vous laisse avec ces idées. Marcher et, si l’on tombe, se relever ; marcher avec un objectif ; s’entraînez chaque jour de la vie. Dans la vie, rien n'est gratuit, tout se paie. Une seule chose est gratuite : l'amour de Jésus ! Alors, avec cette gratuité que nous avons - l'amour de Jésus - et avec la volonté de marcher, marchons dans l'espérance, regardons nos racines et avançons, sans peur. N'ayez pas peur. Je vous remercie ! Au revoir !

[01193-FR.02] [Texte original: Espagnol]

Traduzione in lingua inglese

Dear brothers and sisters, good evening!

It gives me much joy to see all of you! Thank you for having made the pilgrimage to be here! I think of the Virgin Mary, who also travelled, in order to visit Elizabeth: “Mary set out and went with haste” (Lk 1:39). We might ask, why did Mary set out and go with haste to visit her cousin? Certainly, Mary had just learned that Elizabeth was pregnant, but so was she; so why go, if no one had asked her to? Mary does something that was not asked of her, and that she did not have to do. Mary goes because she loved, and “whoever loves flies, runs and rejoices” (The Imitation of Christ, III, 5). That is what love does to us.

Mary’s joy is twofold: she had just received the angel’s message that she would welcome the Redeemer of the world, and she was also given the news that her cousin was pregnant. This is interesting: instead of thinking about herself, she thinks of the other. Why? Because joy is missionary, joy is not just for one person, it is for sharing something with others. Let me ask you: those of you here, who have come to meet others, to find Christ’s message, to find life’s beautiful meaning, will you keep all this for yourselves or will you share it with others? What do you think? Surely it is for sharing with others, because joy is missionary! Let us all repeat that, together: joy is missionary! And so we share this joy with others.

Yet, this joy we have, others have helped us to receive it. Let us look back, then, at all we have received, for it has prepared our hearts for joy. Each of us, if we cast our minds back, can recall those who have been rays of light in our lives: parents, grandparents, friends, priests, religious men and women, catechists, youth leaders, teachers, and so on. They are the “roots” of our joy. Let each of us now spend a few moments in silence to think of those who have given us something in life, who are like the roots of our joy…

Did faces and stories come to mind? The joy that has come to us, thanks to these roots, is what we in turn ought to share, because we have roots of joy. In the same way, we too can be roots of joy for others. It is not about bringing a fleeting joy, the joy of the moment; it is about bringing a joy that generates roots. Let us ask, how can we become roots of joy?

Joy is not to be found in a locked library, even though study is necessary! Joy lies somewhere else. It is not kept under lock and key, but must be sought, must be discovered. It has to be found in dialogue with others, where we share these roots of joy that we have received. And this, at times, is tiring. Let me ask you a question: do you sometimes get tired? Think about what happens when we become tired: we have no wish to do anything; we throw in the towel (as we say in Spanish), because we have no desire to carry on and we give up, stop walking and fall. Do you believe that those who fall in life, who have experienced failure, who even commit serious or grave mistakes, that their lives are over? No! So what are they to do? They are to get back up! Now there is something very profound that I would like you to take away with you and remember: those who come from the Alps, who like to climb mountains, have a very beautiful song that goes like this: “In the art of climbing the mountain, what matters isn’t not to fall, but not to remain fallen”. This is beautiful!

Those who remain fallen have already withdrawn from life, have shut down, closed off from hope and desire, and remain on the ground. And when we see any friends of ours who have fallen, what are we to do? Lift them up. When we need to lift someone up, or help them, do you notice how we are to do it? We look down on them. That is the only time, the only time that we are allowed to look down upon others, when we are offering to help them up. Yet, we often see people looking down on us, or over our shoulder, from above! How sad. Instead, the only way, the only situation in which it is permissible to look down on others is... well, you tell me, out loud: to help them up.

That, then, is something like how life’s journey proceeds, how we are to keep moving forwards. In life, in order to accomplish things, we have to train ourselves to journey on. Sometimes, we do not feel like carrying on, we do not feel like making the effort; we copy in exams because we do not feel like studying or we did not get the results we wanted. I am not sure if any of you like football… I do! Think of how much training is needed in order to score a goal; how much effort is required to achieve a certain result. In life, too, we cannot always do what we want, but we must do what leads us to respond to the vocation we sense deep within us – and everyone has their own vocation. Keep on walking. And if we fall, we get back up, or someone will help us get back up; let us not remain fallen; and let us train ourselves, train in order keep moving forward. All this is possible, not because we take a course on walking – there are no courses that can teach us how to journey in life – instead we learn, we learn from our parents, our grandparents, we learn from friends, giving each other a helping hand. We learn about life, and that trains us in how to journey onwards.

I leave you with these thoughts. Carry on; if you fall, get back up; walk with a goal in mind, and train each day of your lives. Nothing is free in life, everything has to be paid for. Only one thing is free: the love of Jesus! So, with this free gift that we have – the love of Jesus – and with the desire to carry on the journey, let us walk in hope, let us be mindful of our roots, and move forwards, without fear. Do not be afraid. Thank you!

[01193-EN.02] [Original text: Spanish]

Traduzione in lingua tedesca

Liebe Brüder und Schwestern, guten Abend!

Es bereitet mir eine große Freude, euch zu sehen! Danke, dass ihr gereist, dass ihr euch aufgemacht habt und dass ihr hier seid! Und ich denke, dass auch die Jungfrau Maria reisen musste, um Elisabet zu sehen: „Sie stand auf und machte sich eilig auf den Weg“ (vgl. Lk 1,39). Man fragt sich: Warum steht Maria auf und geht eilig zu ihrer Cousine? Gewiss, sie hat gerade erfahren, dass die Cousine schwanger ist, aber das ist sie ja auch selbst: Warum also hingehen, hatte es doch niemand von ihr verlangt? Maria macht eine nicht verlangte und nicht geschuldete Geste, Maria geht hin, weil sie liebt, und »wer liebt, der fliegt, der läuft mit Freude« (Nachfolge Christi, III, 5). Dies lässt uns die Liebe tun.

Die Freude Marias ist zweifach: Sie hatte gerade die Verkündigung des Engels erhalten, dass sie den Erlöser empfangen würde, und außerdem die Nachricht, dass ihre Cousine schwanger sei. Interessant ist also, dass sie nicht an sich selbst denkt, sondern an die andere. Warum? Weil die Freude missionarisch ist, die Freude ist nicht für einen selbst, sie soll etwas mitteilen. Ich frage euch: Ihr, die ihr hier seid, die ihr gekommen seid, um euch zu treffen, um die Botschaft Christi zu finden, um einen schönen Sinn des Lebens zu finden, wollt ihr das für euch behalten oder wollt ihr es den anderen bringen? Was meint ihr dazu? Ich höre nichts ... Um es den anderen zu mitzuteilen, denn die Freude ist missionarisch! Lasst es uns alle gemeinsam wiederholen: Die Freude ist missionarisch! Und so bringe ich diese Freude zu den anderen.

Aber diese Freude, die wir besitzen, haben uns andere vorbereitet, sie zu empfangen. Schauen wir zurück auf all das, was wir erhalten haben: All das hat unsere Herzen für die Freude empfänglich gemacht. Wir alle haben, wenn wir zurückblicken, Menschen, die ein Lichtstrahl für unser Leben gewesen sind: Eltern, Großeltern, Freunde, Priester, Ordensleute, Katecheten, Gruppenleiter, Lehrer... Sie sind wie die Wurzeln unserer Freude. Lasst uns jetzt einen Moment der Stille halten und an diejenigen denken, die uns im Leben etwas gegeben haben, die wie die Wurzeln der Freude sind.

[Moment der Stille]

Seid ihr fündig geworden? Habt ihr Gesichter, Geschichten gefunden? Die Freude, die durch diese Wurzeln kam, ist das, was wir zu geben haben, denn wir haben Wurzeln der Freude. Und auf dieselbe Weise können wir Wurzeln der Freude für andere sein. Es geht nicht darum, eine vorübergehende Freude zu bringen, eine Freude des Augenblicks; es geht darum, eine Freude zu bringen, die Wurzeln schafft. Und ich frage mich: Wie können wir Wurzeln der Freude werden?

Die Freude befindet nicht in der Bibliothek, die ein geschlossener Raum ist – auch wenn es notwendig ist, zu lernen! -, sondern sie ist woanders. Sie wird nicht hinter Schloss und Riegel aufbewahrt. Die Freude muss gesucht werden, sie muss entdeckt werden. Sie muss im Dialog mit anderen entdeckt werden, in dem wir die Wurzeln der Freude, die wir empfangen haben, weitergeben müssen. Und das ermüdet uns zuweilen. Ich stelle euch eine Frage: Ermüdet ihr manchmal? Denkt daran, was passiert, wenn man erschöpft ist: Man hat keine Lust mehr, etwas zu tun, und, wie wir auf Spanisch sagen, man wirft das Handtuch, weil man keine Lust mehr hat, weiterzumachen, und dann gibt man auf, hört auf zu gehen und fällt. Glaubt ihr, dass ein Mensch, der im Leben fällt, der einen Misserfolg hat, der sogar schwere, gewichtige Fehler begeht, dass sein Leben zu Ende ist? Nein! Was ist zu tun? Aufstehen! Und es gibt etwas sehr Schönes, das ich euch heute zur Erinnerung mitgeben möchte. Die Gebirgsjäger, die gerne auf Berge klettern, haben ein sehr schönes Lied, das so lautet: „In der Kunst des Kletterns – auf den Berg – kommt es nicht darauf an, nicht zu fallen, sondern darauf, nicht liegen zu bleiben.“ Das ist schön!

Wer liegen bleibt, ist aus dem Leben „bereits in den Ruhestand getreten“, hat sich verschlossen, verschlossen für die Hoffnung, verschlossen für die Wünsche, und bleibt am Boden. Und wenn wir jemanden sehen, einen Freund von uns, der gefallen ist, was sollen wir tun? Ihn aufrichten. Achtet darauf, was man tut, wenn man einen Menschen aufrichten muss oder du ihm aufhelfen musst? Man schaut auf ihn herab. Die einzige Gelegenheit, der einzige Augenblick, in dem es erlaubt ist, auf eine Person herabzuschauen, ist, wenn man ihr aufhelfen muss. Wie oft, wie oft sehen wir Menschen, die so auf uns herabschauen, über unsere Schultern, von oben herab! Das ist traurig. Die einzige Art und Weise, die einzige Situation, in der es erlaubt ist, auf eine Person herabzuschauen, ist ... sagt es laut: um ihr aufzuhelfen.

Nun, das ist sozusagen der Weg, die Ausdauer beim Gehen. Und um im Leben etwas zu erreichen, muss man sich im Gehen üben. Manchmal haben wir keine Lust zu gehen, wir haben keine Lust, uns anzustrengen, wir schreiben in den Prüfungen ab, weil wir keine Lust haben zu lernen, und wir kommen zu keinem Ergebnis. Ich weiß nicht, ob jemand von euch Fußball gefällt ..., mir gefällt er. Was verbirgt sich hinter einem Tor? Eine Menge Training. Was steht hinter einem Ergebnis? Eine Menge Übung. Und im Leben kann man nicht immer tun, was man will, sondern was uns dazu bringt, der Berufung zu folgen, die wir in uns tragen – jeder hat seine eigene Berufung. Gehen. Und wenn ich hinfalle, stehe ich wieder auf oder jemand hilft mir, wieder aufzustehen; nicht liegen bleiben; und sich im Gehen üben, trainieren. Und all das ist möglich, nicht, weil wir einen Kurs über das Gehen machen – es gibt keine Kurse, die uns lehren, wie man im Leben geht: Das lernt man, man erlernt es von den Eltern, man erlernt es von den Großeltern, man erlernt es von den Freunden, indem man sich gegenseitig hilft. Im Leben lernt man und das ist das Training zum Gehen.

Ich überlasse euch diese Anregungen. Gehe, und wenn du fällst, stehe wieder auf; geh mit einem Ziel; trainiere jeden Tag im Leben. Im Leben ist nichts umsonst, alles muss bezahlt werden. Nur eines ist umsonst: die Liebe Jesu! Mit diesem Geschenk, das wir haben – die Liebe Jesu – und mit dem Antrieb zu gehen, lasst uns in der Hoffnung voranschreiten, lasst uns auf unsere Wurzeln schauen und vorwärts gehen, ohne Angst. Habt keine Angst. Danke! Tschüss!

[01193-DE.02] [Originalsprache: Spanisch]

Traduzione in lingua polacca

Drodzy Bracia i Siostry, dobry wieczór!

Ogromnie się cieszę, że was widzę! Dziękuję za to, że odbyliście podróż, za to, że wędrowaliście, i dziękuję za to, że tu jesteście! Myślę, że również Dziewica Maryja musiała wybrać sięw podróż, żeby zobaczyć Elżbietę: „Wybrała się i poszła z pośpiechem” (Łk 1, 39). Można się zastanawiać, dlaczego Maryja wyrusza i idzie z pośpiechem do kuzynki. Oczywiście, właśnie siędowiedziała, że kuzynka jest brzemienna, ale także i Ona jest brzemienna; po co więc iść, skoro nikt tego od Niej nie wymagał? Maryja wykonuje gest, który nie był wymagany ani należny. Maryja idzie dlatego, że kocha, a „kto kocha - fruwa, biegnie, cieszy się” (O Naśladowaniu Chrystusa, III, 5). To właśnie czyni z nami miłość.

Radość Maryi jest podwójna: dopiero co usłyszała zwiastowanie anioła, że przyjmie Zbawiciela, a także wiadomość, że kuzynka jest brzemienna. A zatem to ciekawe - zamiast myśleć o sobie, myśli o tamtej. Dlaczego? Ponieważ radość jest misyjna, radość nie jest dla jednej osoby, jest po to, aby coś wnieść. Pytam was: wy, którzy tu jesteście, którzy przyszliście, aby się spotkać, aby znaleźć orędzie Chrystusa, aby znaleźć piękny sens życia, czy zatrzymacie to dla siebie, czy też zaniesiecie to innym? Jak myślicie? Nie słyszę... Jest po to, aby nieść innym, ponieważ radość jest misyjna! Powtórzmy to wszyscy razem: radość jest misyjna! Zatem niosę tę radość innym.

Ale to inni przygotowali nas do przyjęcia tej radości, która jest w nas. Spójrzmy teraz wstecz na wszystko, co otrzymaliśmy - to wszystko przygotowało nasze serca na radość. Wszyscy, jeśli spojrzymy wstecz, zobaczymy osoby, które były promieniem światła w naszym życiu: rodzice, dziadkowie, przyjaciele, kapłani, zakonnicy, katecheci, animatorzy, nauczyciele... Oni są jakby korzeniami naszej radości. Teraz przez chwilę w ciszy niech każdy pomyśli o tych, którzy dali nam coś w życiu, którzy są jakby korzeniami radości.

[chwila milczenia]

Czy znaleźliście? Czy zobaczyliście twarze, historie? Radość, która pochodzi z tych korzeni, jest radością, którą powinniśmy dawać, ponieważ mamy korzenie radości. I zarazem my możemy być korzeniami radości dla innych. Nie chodzi o to, by nieść radość przemijającą, radość chwili; chodzi o niesienie radości, która tworzy korzenie. I zastanawiam się: w jaki sposób możemy stać się korzeniami radości?

Radość nie znajduje się w bibliotece, zamknięta – choć trzeba się uczyć! - ale jest ona gdzie indziej. Nie jest przechowywana pod kluczem. Radości trzeba szukać, trzeba ją odkrywać. Trzeba ją odkrywać w dialogu z innymi, w którym musimy przekazywać te korzenie radości, które otrzymaliśmy. A to czasami męczy. Zadam wam pytanie: czy czasami jesteście zmęczeni? Pomyślcie o tym, co się dzieje, gdy ktoś jest zmęczony - nie ma ochoty nic robić, jak mówimy po hiszpańsku: „rzuca ręcznik”, ponieważ nie chce mu się iść dalej, więc poddaje się, zatrzymuje się i upada. Czy uważacie, że jeśli ktoś upada w życiu, ponosi porażkę, popełnia nawet poważne, duże błędy, jego życie się skończyło? Nie! Co należy zrobić? Podnieść się! Jest coś bardzo pięknego, co chciałbym wam dziś zostawić jako pamiątkę. Strzelcy alpejscy, którzy lubią wspinać się po górach, mają bardzo piękną piosenkę, która mówi: „W sztuce wspinaczki – na górę – nie chodzi o to, żeby nie upadać, ale żeby nie pozostawać na ziemi”. To jest piękne!

Ten, kto pozostaje na ziemi, „już przeszedł na emeryturę” w życiu, zamknął się, zamknął się na nadzieję, zamknął się na pragnienia i pozostaje na ziemi. A kiedy widzimy, że ktoś, nasz przyjaciel, upadł, co powinniśmy zrobić? Podnieść go. Zauważcie, kiedy ktoś ma podnieść albo masz pomóc podnieść się jakiejś osobie, co robi? Patrzy na nią z góry? Jest to jedyny przypadek, jedyna sytuacja, kiedy wolno patrzeć na kogoś z góry, a to po to, żeby pomóc mu się podnieść. Jakże często, jak często widzimy ludzi patrzących na nas w ten sposób, ponad naszymi ramionami, z góry. To smutne. Jedyna możliwość, jedyna sytuacja, w której wolno patrzeć na osobę z góry, to... powiedzcie to wy… głośno: by pomóc jej się podnieść.

Otóż trochę tak wygląda pielgrzymowanie, wytrwałość w chodzeniu. A w życiu, żeby coś osiągnąć, trzeba trenować chodzenie. Czasami nie mamy ochoty chodzić, nie mamy ochoty na wysiłek, na egzaminach ściągamy, bo nie chce się nam uczyć, i nie osiągamy rezultatów. Nie wiem, czy ktoś z was lubi piłkę nożną…, ja lubię. A co kryje się za zdobytym golem? Dużo treningu. Co kryje się za jakimś wynikiem? Dużo treningu. A w życiu nie zawsze można robić to, co się chce, ale trzeba robić to, co prowadzi nas do realizowania powołania, które mamy w sobie - każdy ma swoje powołanie. Trzeba iść. A jeśli upadnę, podnoszę się lub ktoś pomoże mi wstać; nie pozostawać w upadku; i trenować, trenować chodzenie. A wszystko to jest możliwe nie dlatego, że odbywamy kurs chodzenia - nie ma kursów, które uczą nas, jak iść w życiu - tego się uczymy, uczymy się od rodziców, uczymy się od dziadków, uczymy się od przyjaciół, pomagając sobie nawzajem. W życiu człowiek się uczy, i to jest zaprawa do podążania.

Zostawiam was z tymi myślami. Trzeba iść, a jeśli się upadnie, powstać; iść, mając cel; trenować każdego dnia w życiu. W życiu nie ma nic darmo, za wszystko trzeba zapłacić. Tylko jedna rzecz jest darmowa: miłość Jezusa! Więc, z tym, co mamy darmo – miłością Jezusa – i z wolą chodzenia idźmy z nadzieją, patrzmy na nasze korzenie i podążajmy naprzód, bez lęku. Nie lękajcie się. Dziękuję. Cześć!

[01193-PL.02] [Testo originale: Spagnolo]

Traduzione in lingua araba

الزيارة الرّسوليّة إلى البرتغال

في مناسبة اليوم العالمي للشّبيبة

كلمة قداسة البابا فرنسيس

في عشيّة الصّلاة مع الشّبيبة في ”حديقة تيجو“ - لشبونة

السّبت 5 آب/أغسطس 2023

أيّها الإخوة والأخوات، مساء الخير!

يسرّني كثيرًا أن أراكم! شكرًا لكم لأنّكم سافرتم وسِرتم، وشكرًا لأنّكم هنا! وأفكّر في أنّ العذراء مريم أيضًا اضطرّت إلى أن تسافر، لترى أليصابات: "قامَت مَريمُ فمَضَت مُسرِعَةً" (لوقا 1، 39). قد نتساءل: لماذا قامت فمضت مُسرِعَةً إلى نسيبتها؟ بالطّبع، لأنّها عَلِمَت حديثًا أنّها حامل، لكنّها هي أيضًا حامل: فلماذا ذهبت إن لم يَطلب منها أحد ذلك؟ قامت مريم بعملٍ لم يطلبه أحد منها، وغير ضروريّ. ذهبت مريم لأنّها أحبّت و "من يحبّ يحلّق، يركض بفرح" (الاقتداء بالمسيح، 3، 5). هذا ما يعمله الحبّ بنا.

فرح مريم له شقَّين: تلقَّت حديثًا بِشارة الملاك بأنّها ستحمل الفادي في داخلها، وأيضًا خبر حَملِ نسيبتها. لذلك فإنّ فرحها مهمّ: بدل أن تفكّر في نفسها، فكّرت في الآخر. لماذا؟ لأنّ الفرح هو عمل إرساليّ، وهو ليس لشخص محدّد، بل لنحمل شيئًا ما إلى الآخر. سأطرح عليكم سؤالًا: أنتم، الحاضرين هنا، الذين أتيتم لتلتقوا بعضكم مع بعض، وتجدوا رسالة المسيح، وتجدوا معنًى جميلًا للحياة، هل ستحتفظون بهذا الأمر لأنفسكم أم ستحملونه للآخرين؟ ماذا تفكّرون؟ أنا لا أسمع... لكي نحمله للآخرين، لأنّ الفرح هو عمل إرساليّ! لنكرّره كلّنا معًا: الفرح هو عمل إرساليّ! بهذه الطّريقة أحمل الفرح للآخرين.

هذا الفرح الذي عندنا، حضّره آخرون قبلنا لكي نتلقّاه. لننظر الآن إلى الوراء، وإلى كلّ الذي تلقّيناه: كلّ ذلك جعل قلبنا يفرح. إن نظرنا إلى الوراء، كلّنا، سنرى أنّ هناك أشخاصًا كانوا بمثابة شعاع نورٍ لحياتنا: الآباء والأجداد والأصدقاء والكهنة والمكرّسون ومعلّمو التّعليم المسيحيّ والمنّشطون الرَّعَوِيُّون والمعلّمون... هُم مثل الجذور لفرحنا. الآن لنصمت للحظة، وليفكّر كلّ واحدٍ في الذين قدّموا لنا شيئًا في الحياة، والذين هم مثل جذور الفرح.

[لحظة صمت]

هل وجدتم؟ هل وجدتم الوجوه والقِصَص؟ الفرح الذي أتى من خلال تلك الجذور هو الفرح الذي علينا أن نعطيه، لأنّ عندنا جذور الفرح. وفي الوقت نفسه يمكننا أن نكون جذور الفرح للآخرين. الأمر ليس أن نحمل فرحًا عابرًا، وفرح اللحظة، بل أن نحمل فرحًا يُنشئُ جذورًا. وأتساءل: كيف يمكننا أن نصير جذور فرح؟

ليس الفرح في المكتبة، ومُغلق عليه - حتّى لو كان من الضّروري أن ندرس! – بل هو في مكان آخر. لا نحتفظ به ونُقفل عليه بالمُفتاح. علينا أن نبحث عن الفرح، وأن نكتشفه. علينا أن نكتشفه في الحوار مع الآخرين، حيث علينا أن نعطي جذور الفرح هذه التي تلقّيناها. وهذا الأمر يُتعبنا أحيانًا. سأطرح عليكم سؤالًا: هل تتعبون أحيانًا؟ فكّروا في ما يحدث عندما يتعب أحدٌ ما: لا يرغب أن يصنع أيّ شيء، وكما نقول بالإسباني: يرمي الاسفنجة لأنّه لا يرغب أن يستمرّ، وحينها يستسلم، ويتوقّف عن السّير ويقع. هل تعتقدون أنّ الشّخص الذي وقع في الحياة، وفشل، وارتكب أيضًا أخطاء جسيمة وخطيرة، أنّ حياته قد انتهت؟ لا! وما الذي عليه أن يصنعه؟ أن ينهض! وهناك أمرٌ جميل جدًّا أودّ اليوم أن أتركه لكم تذكارًا. الألبيّيون ”gli alpini“، الذين يحبّون تسلّق الجبال، عندهم أغنية جميلة جدًّا تقول: ”في فنّ التّسلّق - على الجبل - ما يهمّ ليس الوقوع، بل ألّا تبقى واقعًا تحت“. هذا جميل!

مَن يبقى في حال وقوع، فهو أصلًا قد ”تَقَاعَدَ“ من الحياة، وأغلق على الرّجاء، وعلى الرّغبات وبقي على الأرض. وعندما نرى أحدًا ما، أو صديقنا قد وقع، ماذا علينا أن نعمل؟ علينا أن نرفعه. فكّروا عندما يتوجّب علينا أن نرفع أو أن نساعد شخصًا على أن يرفع نفسه، ما هي الحركة التي نقوم بها؟ ننظر إليه من أعلى إلى أسفل. إنّها المناسبة الوحيدة، واللحظة الوحيدة التي فيها يجوز لنا أن ننظر إلى الشّخص من أعلى إلى أسفل، وذلك لنساعده لينهض. كَم مرّة، كَم مرّة نرى أشخاصًا ينظرون إلينا بهذه الطّريقة، ومن فوق أكتافنا، من أعلى إلى أسفل! هذا مُحزِن. الطّريقة الوحيدة، والحالة الوحيد التي فيها يجوز لنا أن ننظر إلى الشّخص من أعلى إلى أسفل هي... قولوها أنتم...، بقوّة: لنساعده لينهض.

حسنًا، هذه هي المسيرة نوعًا ما، والثّبات في المسيرة. وفي الحياة، لكي نحصل على ما نريد، علينا أن ندرّب أنفسنا على أن نسير. أحيانًا لا تكون عندنا رغبة في أن نسير، ولا في أن نتعب، ونَنقُل في الامتحانات لأنّنا لا نرغب في الدّراسة ولا نحصل على النّتيجة. لا أعلم إن كان بعضكم يحبّ كرة القدم... أنا أحبّها. ماذا يوجد وراء الهدف الذي يحقّقه اللاعب؟ تدريب كثير. ماذا يوجد وراء النَّتيجة؟ تدريب كثير. وفي الحياة، لا يمكننا أن نصنع دائمًا ما نريد، بل ما يقودنا لأن نصنع الدّعوة التي في داخلنا – كلّ واحدٍ عنده دعوته الخاصّة. أن نسير. وإن وقعت، أنهض أو سيساعدني أحدٌ ما لأنهض، ولا أبقى في حالة وقوع، وأتدرّب، أتدرّب على أن أسير. وكلّ ذلك ممكن، لا لأنّنا نتبع دورة حول المسيرة - لا توجد دورات تعلّمنا أن نسير في الحياة -: هذا نتعلّمه من الآباء، ومن الأجداد، ومن الأصدقاء، ومن المساعدة المتبادلة. نحن نتعلّم في الحياة، وهذا تدريب لكي نسير.

أترك لكم هذه الأفكار. سيروا، وإن وقعتم، انهضوا. سيروا مع هدف محدّد، وتدرّبوا كلّ يوم في الحياة. لا شيء مجّانيّ في الحياة، بل كلّ شيء له ثمن. شيء واحد فقط مجّاني وهو محبّة يسوع! لذلك، مع هذا الشّيء المجّاني الذي عندنا - محبّة يسوع - ومع رغبتنا في أن نسير، لِنَسِر في الرّجاء، ولنَنظُر إلى جذورنا ولنمضِ قدمًا، من دون خوف. لا تخافوا. شكرًا!

[01193-AR.02] [Testo originale: Spagnolo]

 

[B0550-XX.02]